Efectivamente, soy así. El sábado lo comentaba con un amigo, no hay victoria posible, porque no hay posibilidad de batalla. Son las diez y media, es probable que esté viviendo un momento único porque, a lo mejor, todavía no lo sé, podría publicarse una ilustración mía en un medio de mucha difusión. Sé que es una tontería, además fruto de la casualidad, pero es una tontería que me haría muy feliz. Sin embargo, llevo dos horas creyendo que voy a morir. Sí, sí, literalmente. Tengo el brazo izquierdo entumecido y un hormigueo constante en la mano izquierda. Y creo que toda mi vida a sido así, un constante síntoma. De hecho, ahora mismo, la ansiedad ya está remitiendo, pero lo único que deseo es irme a mi casa a dormir. “Suicidios transitorios” los llamo yo. Momentos en los que la única solución es dormir, aunque sea media hora, dormir, perder la conciencia, no estar en la realidad, un suicidio transitorio. Probablemente el hormigueo de la mano sea de haber estado delante del ordenador los últimos 7 años, pero ahora, justo cuando estoy apunto de publicar, es lo único que siento, un hormigueo en la mano izquierda. Y me queda toda una jornada laboral por delante, con carteles y dípticos por diseñar. Y yo quiero que publiquen mi ilustración y lo único que siento es un hormigueo en la mano izquierda. PD: Tanto si es publicada como si no, la subiré en cuanto pueda.
Me acabo de leer "Como me he vuelto estúpido" Ed. Bang de Nikola Witko (adaptado de una novela de Martin Page) y ha sido de lo más revelador ya que siempre he pensado que la ignorancia es el camino más corto a la felicidad, conclusión a la que llega Antonio, el protagonista.[...] Me gustaría poder decir, una vez concluida esta aventura, como el personaje de Joker en la Chaqueta metálica:"Este mundo es una mierda, pero estoy vivo y no tengo miedo". [...] Por mucho que digamos y por mucho que hagamos, siempre habrá una moral paciendo en el prado de nuestra personalidad.
Esta mañana, al entrar en el edificio del trabajo me he cruzado con las personas que lo limpian durante la noche. Las he esquivado y he seguido andando por el pasillo mientras podía oír como dos de ellas reprochaban el hecho de que yo no les hubiera saludado. Que ni “buenos días”, que si “qué barbaridad, que no merecía la pena”. Miren, lo siento, llámenme maleducado si les da la puta gana, yo no saludo a quien no conozco. Yo no entro a los sitios y voy saludando a todo el mundo, ni en el ascensor, ni en la panadería… ¿nos conocemos? no ¿nos queremos conocer? pues tampoco. Pues entonces. Sigue tu camino.